lunes, 6 de junio de 2011

FIN!

Pongo fin a un año intensisisimo! Divertido y aburrido, alegre y triste.
Son tantas las cosas nuevas descubiertas, llegue a bcn ilusionada como una niña con un juguete nuevo, sin miedo de dejar a la familia y los amigos atrás, porque caminaba de la mano de una hermana pequeña que viviría todos y cada uno de los días a mi lado y con un fantástico novio que me ayudaría en los momentos mas difíciles que me pudiera encontrar. Aún así siempre se añora a la gente de la isla, y a la propia Menorca, sus calas, sus playas y sus noches silenciosas.
Pero era uno de mis objetivos, irme lejos de todo aquello a lo que no le daba valor ni importancia, hasta llegar a desearlo.
No olvidare por ejemplo el paquete que recibí el día de mi cumpleaños. Un simple paquete con queso, sobrasada y fotos de mis chicos. No había llorado tanto en años.
Otro de mis objetivos y el principal era sacarme 1º de TEI con notazas, que para algo estaban haciendo un esfuerzo en casa, el cual también esta más que cumplido.
En Bcn he reído he llorado, me he estresado y me he agobiado. Tanto hasta el punto de querer volver a Menorca, aquella Menorca donde la solución se llamaba PAPA Y MAMA.
He conocido gente encantadora a la que no olvidare nunca como mi cari y mi gallegiña que espero ver al año que viene y por mi roquita, para que vean que todo lo que cuento es cierto y esos paisajes que les describo existen más allá de mi imaginación.

Me despido de un año intenso y con ganas de empezar el siguiente que seguro sera más intenso aún! pero antes me merezco tres meses i medio de vacaciones disfrutando de mis princesitas, cotilleando con sus mamas, emborrachándome con mis xurrys, "discutiendo" i riendo con mi madre, hinchándome de los manjares de mi padre y aprovechando MENORCA al máximo!

jueves, 27 de enero de 2011

luchadores en una sociedad que no cree en superhéroes.

Esta noticia la he leido esta mañana y aunque hable de un chico de casi 30 años, a mi se me ha venido otra persona a la cabeza. Cuelgo tal cual la noticia, a muchas personas no les llamara la atención nada de lo que dice, pero estoy segura que a mucha otra gente si le llamara la atención. Y quien sabe, quizá asi, poquito a poquito estos luchadores, pueden sentirse uno más de nuestra sociedad. Porque ellos no buscan una ayuda muy especial, solo necesitan sentirse una persona como nosotros llamamos "normal".


Juan José Prieto no es un bicho raro. No llega a la treintena, sueña con emanciparse y mata el rato en el gimnasio y frente al ordenador. Juanjo estudió un grado medio de enología, pero ahora trabaja como conserje en un centro social de Aranjuez (Madrid). Allí vive y sale de marcha, allí trata de injertar normalidad en su día a día. Allí sonríe, llora y sueña. Porque -insistimos- Juanjo no es ningún bicho raro. Su enfermedad, en cambio, sí es extraña. Y mucho.

Este muchacho de 25 años es una de las 80 personas que sufren el Síndrome de Apert en España. Sólo su cara "un poco deforme", los cuatro dedos de sus manos y las angulosas facciones de su cráneo evidencian un problema de salud.

La frecuencia de esta patología incurable es de alrededor de 1,2 por cada 100.000 niños nacidos vivos, según los datos del Estudio Colaborativo Español de Malformaciones Congénitas. Esta dolencia genética hace diferente a Juanjo. Pero lo que realmente le distingue es la fuerza con la que mira. No va a rendirse, no sabe hacerlo.

Intentos por "ser normal"

La enfermedad se caracteriza por el cierre prematuro de las suturas craneales: el cerebro crece más rápido que el hueso y se encuentra con una barrera que lo presiona y lo comprime. No hay espacio suficiente.

La también denominada Acrocefalosindactilia tipo I"produce malformaciones en el cráneo, la cara, las manos y los pies. La temida sindactilia", apunta Juanjo. Además de otros trastornos funcionales, el enfermo no desarrolla por completo el tercio medio facial, tiene ojos saltones, problemas de visión y dificultades respiratorias.

"Intenté ser como un niño normal y corriente, no quería distinciones. Tuve la suerte de estudiar la ESO en el colegio en el que mis padres eran profesores. Siempre estuvieron ahí, estoy muy orgulloso de ellos", admite.

La frontera de los 18

Juanjo terminó la secundaria y tuvo que desplazarse a Madrid para seguir con sus estudios. Esta prueba le hizo madurar: salió del abrigo de Aranjuez y tuvo que vérselas con el mundo. "Controlaba todos los trenes, todos los metros de Madrid. Me podías preguntar cómo ir de Atocha a Las Musas y te lo decía sin problema. Intenté conocer esta gran ciudad, sabía moverme por mí mismo. No quería sentirme dependiente de nadie", recuerda.

Precisamente, esta época coincidió con su total aceptación de la enfermedad. "Obviamente, ya de pequeñito me daba cuenta de que mi hermana era más guapa que yo. Te duele pero no le das mayor importancia", indica.

Ese 2004 cayó en sus manos una revista que hablaba de Ansapert [la Asociación Nacional del Síndrome de Apert] y de Feder [la Federación Española de Enfermedades Raras]. "Mi vida cambió por completo. Para bien.Entonces adquirí plena conciencia de que tenía el Síndrome de Apert".

A partir de entonces, Juanjo pasó a ser un paladín de la lucha contra esta dolencia. Pedagogía de calle y apoyo a padres primerizos, cualquier ayuda es poca. Su existencia se transformo en un grito quedo, en una proclama "de que se puede". Al final, los "chicos Apert" cerraron el triángulo de sus relaciones sociales, junto con sus familiares y amigos. "Son la joya de la corona, como mis hermanos", explica.

Entre el quirófano y los complejos

Los afectados pasan por decenas de intervenciones desde que tienen pocos meses de vida. Juanjo no recuerda cuántas lleva con exactitud: "entre diez y 20", subraya. Reconstrucciones para aliviar la presión intracraneal, injertos óseos, operaciones maxilofaciales, intervenciones de todo tipo. "Sin contar con los especialistas", apostilla el paciente.

Juanjo, que tiene un 69% de discapacidad y percibe una ayuda económica estatal, ha evitado volver a pasar por el quirófano para embellecer su cara. "Si es para recuperar la visión de mi ojo izquierdo o para mejorar mi calidad de vida, genial. Pero no lo haré por ser más 'guapito'. Nunca". Él tiene claro que quiere "defender el Síndrome de Apert" tal y como es.

Sueños curtidos por el rechazo

"Yo estoy estupendamente pero cada caso es diferente". Juanjo se muestra confiado, seguro. No es una pose, y eso que ha pasado por muchos momentos duros a lo largo de su vida. "Un día estaba sentado en un banco del Retiro y un niño se asustó. Su madre, en lugar de explicarle que no era contagioso, le dijo que le cogiera la mano, 'que ese chico estaba enfermo'. Me hizo daño", lamenta.

El tiempo ha forjado su coraza, pero él no quiere encerrarse. Pese a que "hace años un camarero se negó incluso a servirle el almuerzo" por su aspecto, Juanjo ya no se derrumba: "antes me dolía, ahora sonrío. Pero aún sigo sintiendo el rechazo".

Su calendario alterna "días de pena y días gloriosos". "Me empeñé en aprobar el grado medio y lo hice, aunque tengo un leve retraso intelectual. Hace un año me propuse aprobar el carné de conducir y ya lo tengo también. Sin retos, sin esfuerzo, la vida no vale nada", argumenta. Pero también hay días "tristes y de lluvia", "días malos". "Mejor no verme entonces, me hundo. Regreso del trabajo con la cabeza gacha, sólo deseo meterme en la cama y llorar", narra con ojos huidizos.

- ¿Cómo te ves dentro de una década?

- Mayor, viejo- bromea. No, ahora en serio, espero compartir mi vida con una mujer pero no es sencillo.

El sueño de Juanjo "es casarse y tener hijos". "Podrás imaginarte que es muy complicado. Mucho, un montón", razona. "Puedo ser feísimo por fuera pero al final lo que cuenta es el corazón". Y el de Juanjo es enorme. IUL